En el año 455, Roma debilitada por sus luchas internas por el poder, es saqueada por los vándalos del rey Genserico durante dos semanas.
En 455, el emperador romano
Valentiniano III es asesinado, sucediéndole Petronio Máximo. Genserico, desembarca en Italia y marcha sobre Roma, cuya población se rebela contra el nuevo emperador y le da muerte tres días antes de que, el 22 de abril de 455, los vándalos tomen sin resistencia la ciudad. Genserico llevará consigo a Cartago como rehén a Licinia Eudoxia, viuda de Valentiniano, y a sus dos hijas, Placidia y Eudoxia, que contraería después matrimonio con su hijo y sucesor
Hunerico.
El papa León Magno no logró impedir que los vándalos de Genserico, al llegar a las puertas de Roma, invadieran la ciudad indefensa, que fue saqueada durante dos semanas. Sin embargo, el gesto del Papa que, inerme y rodeado de su clero, salió al paso del invasor para pedirle que se detuviera, impidió al menos que Roma fuera incendiada y logró que no fueran saqueadas las basílicas de San Pedro, de San Pablo y de San Juan, en las que se refugió parte de la población aterrorizada.
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