La actual réplica de la Carabela "La Niña es fruto del trabajo de un equipo de artesanos y estudiantes bajo la iniciativa del Profesor de la Escuela Náutica de Cádiz, Luis M. Coín Cuenca.
En la actualidad, se encuentra situada en una rotonda en la Plaza de las Américas, rotonda que da acceso a la zona portuaria.
Este investigador y aventurero nos recuerda en su libro "La Carabela La Niña de Cádiz y el primer viaje de Colón" que sólo existen como fuentes de información los dibujos de marineros de El Puerto de Santa María, pÁrrafos de algunos documentos escritos y grabados de la época. A esto, unió lo obtenido de la observación de las fórmulas tradicionales de construcción de embarcaciones, que han llegado hasta nuestros días a través de los artesanos de la costa andaluza occidental, y se construye definitivamente en la ciudad de Barbate.
Las proporciones de eslora (21 m.) y manga (5 m.) las extrajo de la capacidad de la bodega; la obra muerta, es decir la parte de la embarcación que no está sumergida, de dibujos y grabados; pero donde halló mayor dificultad fue en la obra viva, es decir, en la parte sumergida, para lo que unicamente contaba con algunos comentarios, y las técnicas heredadas que en algunos casos siguen vigentes.
Como conclusión de su estudio obtuvo una embarcación que si bien él mismo califica como reproducción no exacta, si está considerada como la que más se aproxima a las características de navegabilidad y maniobrabilidad de cuantas se han realizado hasta ahora.
Este aspecto era fundamental para llevar a cabo la fase principal del proyecto, realizar las travesías que hiciera el Almirante Cristóbal Colón desde 1492 y así conocer sus rumbos y derrotas.
La configuración y diseño de Carabela la hacían ideal para la función descubridora; su bajo calado, que le permitía acercarse más a la costa que el resto de navíos; su mayor facilidad para navegar a bolina, es decir, para poder avanzar con un viento contrario, la convertía en la más apropiada para las condiciones climatológicas del océano. En definitiva, que además del espiritu aventurero y científico que caracterizó a las expediciones del Descubrimiento, éstas, para existir, precisaron como elemento fundamental la Carabela.
Sin embargo, no todo fueron facilidades para los navegantes. Su reducido tamaño, que la dotaba de gran maniobrabilida, presentaba como contrapartida el reducido tamaña de su bodega, que los obligaba ajustar al máximo la carga para cada travesía. Por otro lado, las maniobras de navegación exigían una gran pericia por parte de toda la tripulación, y, por último, las condiciones de habitabilidad no ofrecían demasiadas comodidades. Dormían en cubierta a veces cubiertos por lonas, y sus enseres y objetos personales se reducían a las prendas que vestían, ya que todo el espacio era reservado para víveres, piezas de recambio del navío, herramientas de navegación y herramientas para reparaciones.
Estas fueron las mismas condiciones que intentó reproducir, hasta el extremo de lo permitido, el Profesor Coín Cuenca en el verano de 1.990. Fruto de este trabajo nos ha quedado como legado, y entre otras obras, esta réplica de "La Niña", para poder emprender a bordo de ella e impulsados por la imaginación nuestra Travesía hacia el Descubrimiento.
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