Entresacaba los retoños de flor, suplía las plantas muertas y cosechaba las semillas. Para obtener semillas de buenas variedades hacía sin titubeo el largo viaje. Era más difícil cultivar las flores en el invierno. Tenía que mover muchas macetas para que en el día recibieran la luz solar y en la noche mantuvieran la temperatura. A medida que entraba en años, se sentía duro. Sin embargo, no cesó el cultivo de flores y dedicó los retoños y semillas de flores enteramente a adornar las calles y aldeas de la patria. Son incontables las semillas que Byon Ok Nyo envió para sembrar en los contornos de las estatuas de los grandes hombres sin par, lugares históricos donde están celadas sus proezas de orientación, avenidas, fábricas, empresas y obras monumentales que se construían en distintos lugares del país.
El generalísimo Kim Jong Il, cuando vivía, leyó personalmente la carta modesta de la protagonista de nuestro relato y en reconocimiento de su gesto loable, le envió agradecimiento de su puño y letra.
Ahora, Byon Ok Nyo tiene 65 años de edad. Pero, ella se rejuvenece cada día más mientras lleva una vida tan bella como las flores. La anciana dice:
"Estoy vieja en lo físico, pero no, en lo espiritual. En adelante cultivaré mucho más flores y causaré alegría al Mariscal Kim Jong Un."
Gracias a que a lo largo y ancho del país se encuentran muchas personas como Byon Ok Nyo que dedican toda su sinceridad a cultivar una hierba y un árbol, nuestra patria se llena de aroma del patriotismo y se hace más bella.