Su importante mercado de lanas, marcaba e imponía los precios para este producto en medio mundo, pues en Medina se vendía y exportaba. Curiosas ordenanzas regulaban las transacciones, que empezaban con la misa mayor oficiada desde el balcón del Pópulo de la iglesia colegiata de San Antolín, para que los comerciantes la oyesen sin desatender sus negocios porque hasta que no comenzaba esta misa los tratos no tenían ninguna validez. Medina del Campo adquiriría un gran auge durante los reinados de Enrique IV, los Reyes Católicos y Carlos I.
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