El puente romano nos recibe a la entrada del pueblo con su inconfundible estructura de postal. Todavía conserva sus cuatro arcos originales, su viejo peralte y sus tajamares para rasgar las aguas del río Esca. A escasos metros aguas arriba, una pequeña presa o "puerto" por donde descendían las almadías nos recuerda que el aprovechamiento maderero, junto con la ganadería, ha constituido la principal dedicación de sus habitantes.