El asentamiento actual de la ciudad data de 1603. Los habitantes de un poblado en las orillas del río Guadalquivir, en la isla del Hierro, padecían innumerables inundaciones. Una gran riada hizo desaparecer la población, los supervivientes tuvieron que huir y se refugiaron en los alrededores del Monasterio de San Isidoro del Campo, propiedad de la Orden del Císter, bajo la protección de dichos monjes. Dicho monasterio-fortaleza regía el señorío medieval al mismo tiempo que fue panteón familiar de sus fundadores.