El viajero hará bien en deambular por las calles y callejas de este coqueto pueblo, algunas llanas, otras empinadas, en las que no faltan las flores del tiempo en ventanas y balcones ni recónditos y evocadores rincones. En el castillo ducal, que está abierto al público, destaca la potente torre del homenaje de planta cuadrada que en la actualidad alberga el Archivo Histórico de los Suárez de Figueroa y todo un museo. Desde la cima se otea una excelente panorámica de la villa y alrededores. Desde la sombra de esta fortaleza creció la población de Feria y se desparrama por la suave ladera con una cascada de casas blancas que recuerdan a los pueblos alpujarreños. Destacan el rincón de la Cruz, la plaza (siglo XVII), las casas consistoriales y el poyo del Carnero.