La importancia de la ciudad de Llerena como núcleo urbano destacado y centro político, administrativo y religioso de primer orden desde el siglo XV y fundamentalmente en los siglos XVI y XVII, favoreció la afluencia de importantes artistas de la escuela andaluza, así como la creación de numerosos talleres de artistas locales; convirtiéndose de este modo en un centro artístico de primer orden, hecho que le valió el calificativo de “la pequeña Atenas de Extremadura”.