En Briñas nos dimos un paseo muy agradable entre sus callejuelas. Llegamos sin esperar nada y nos fuimos con una grata sensación. Los viñedos rojizos fue los primero que nos encontramos al llegar rodeando esta pequeña villa, también perfilada por el caudaloso río Ebro a la altura del Tondón, meandro del río, y lugar que da nombre a Villa Tondonia (bodega de la que os hablábamos anteriormente). Fuera de sus límites, casi para cualquier lugar que miraras todo te recordaba al vino: viñas y agua.