Guisando es también pueblo de callejas apiñadas, estrechas a más no poder, como corresponde a los pueblos que se alzan sobre laderas empinadas y tienen poco terreno disponible, o quieren defenderse de las guerras, o de la nieve y de las lluvias gracias a los aleros de unos tejados que tapan casi por completo los pasillos que son algunas calles. El verdín que tapiza muchos de sus rincones evidencia que el sol, por más que se empeñe, no alcanza a penetrar nunca en ellos.