François I, consciente de la importancia estratégica de la ciudad (un próspero puerto abierto al Mediterráneo), decidió reforzar sus defensas construyendo una fortaleza inexpugnable en un islote azotado por el Mistral, pero que ocupaba una posición estratégica en la carretera de acceso a la cala de Lacydon. Esta construcción masiva y poderosamente armada debía cumplir una triple función:
**evitar que una flota enemiga invadiera la ciudad desde el mar, como ocurrió en 1423 con las tropas aragonesas;
**proteger los arsenales reales, y cubrir las salidas y entradas de las galeras allí ancladas
**reforzar el control real sobre una ciudad orgullosa y con alma independiente, agregada al Reino a finales del siglo XV al mismo tiempo que Provenza.