En el ángulo que forman el Río de la Plata y la desembocadura del río San Juan se encuentra el
Parque Nacional Anchorena, un inmenso jardín con una magnífica mansión que perteneció al terrateniente argentino Aarón de Anchorena y fue legada al gobierno uruguayo como residencia presidencial de verano.
En 1908 Anchorena, después de un viaje en globo desde el que se enamoró de este lugar, inició en él una portentosa obra de construcción: edificó su casa, una capilla, las instalaciones de un gran establecimiento rural, y un magnífico Parque.
Desbrozó el terreno donde habría de erigirse la
monumental torre de 75 metros de altura y 105 escalones como homenaje a los descubridores españoles, con la efigie del navegante Gaboto, pues en su construcción halló vestigios del pasado indígena y español. De hecho, al extraer piedras para la construcción se hallaron restos de los españoles que ocuparon la zona así como trozos de utensilios que actualmente pueden verse en un pequeño museo. Sembró, cosechó, y murió el 24 de febrero de 1965. Sus restos están enterrados en la torre.
En la actualidad, es uno de los principales bosques de especies exóticas del Uruguay. Es una importante reserva de especies nativas, ya sea de flora o de fauna.