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El crucero acorazado «Reina Regente» había sido construido en Inglaterra por la firma «James and George Thompson» de Clydebank en 1888. Era una unidad de elegante línea, con dos airosas chimeneas. Desplazaba 4.664 toneladas y su artillería principal consistía en dos piezas González Hontoria de 24 cm. A proa y otras dos a popa. Sin embargo adolecía del defecto de inestabilidad, acrecentado por el peso y la colocación de los citados cañones.
El día 9 de marzo de 1895 salió de Cádiz hacia Tánger llevando a bordo la embajada del Sultán de Marruecos. A las 10 de la mañana del día 10, tomaba de nuevo rumbo a Cádiz. A 3 millas de Tánger hace una parada para reparar una avería. El viento de dirección NE, era huracanado, con frecuentes chubascos y marejada. Fue visto por los mercantes «Mayfield» y «Matheus», luchando contra el durísimo temporal de vientos, a unas doce millas al NW de Cabo Espartel. Posteriormente, desde la ensenada de Bolonia vieron al buque luchando contra el fuerte oleaje. Desde entonces se perdió todo rastro del crucero que evidentemente se hundió en aquellas aguas esparciendo restos de su arboladura por las costas españolas del estrecho.
Su hundimiento está justificado por la grandísima tormenta y alguna avería, que añadido a su defecto de inestabilidad, que se agravó por el poco lastre de carbón y munición que llevaba y el contrapeso de su artillería. Se perdieron, con el barco, 412 hombres.
El «Alfonso XIII», «Isla de Luzón», «Joaquín del Piélago» y otros mercantes, exploraron minuciosamente los parajes cercanos al Cabo Trafalgar donde se suponía había ocurrido la tragedia. Pero todo fue en vano y no se volvió a tener más noticias del buque. Ahora, la Armada pondrá a disposición del Museo Nacional de Arqueología Marítima de Cartagena (Arqua) buques y unidades de buceo para proteger el patrimonio sumergido y detectar nuevos pecios, en virtud de un convenio de colaboración firmado por las ministras de Cultura y de Defensa.
El acuerdo permitirá, el traslado de un cazaminas a Cádiz -a la zona de Barbate- para explorar y localizar el crucero Reina Regente.
Posible localización en el kmz.
En el kmz he querido plasmar: la derrota seguida por el crucero obligado por las condiciones atmosféricas, en rojo; el espacio rastreado al poco del hundimiento en el cabo Trafalgar, en blanco; las posiciones de avistamiento del mismo cuando iba al garete; la posición de parada y avería a 3 millas de Tánger; algunos lugares clave de la costa donde se hallaron restos de la arboladura del buque y la zona aproximada, en el circulo, donde se supone está el pecio, a la altura de punta Camarinal.
Por otra parte, en efecto, la zona del estrecho es abundante en naufragios a lo largo de la historia.
Master y Edujoser, vuestra pregunta tiene la siguiente respuesta:
El Reina Regente, tras dejar a la delegación marroquí en Tánger, debía apresurarse a volver a Cádiz para que la dotación asistiera a la botadura del también crucero «Carlos V» en los astilleros «Vea Murguía Hermanos», fijada para el día 10. Entre la dotación se contaban muchos gaditanos que tenían especial interés en presenciar la ceremonia.
La tormenta, en principio aceptable, fue in crescendo al poco de la salida hasta convertirse en fortísimo temporal.
Órdenes son órdenes.
Pero el resultado fue nefasto: botaron un barco, se hundio otro y el marcador quedo igual.
Supongo que se confiaron, pero si ya tuvieron una averia (se supone que de motores) a 3 millas de Tanger, con esa tormenta y sabiendo que un barco con problemas de motores, es un blanco perfecto en una tormenta deberian haber vuelto a Tanger.
Lo que también es cierto, es que me imagino lo dura que habria sido tomar la decisión por parte del capitan, en aquella epoca (donde la seguridad parecia propia de cobardes) y sabiendo que les esperaban para la botadura del otro.
Cuantas vidas se ha perdido por imprudencias de este tipo.
_________________ Cada vez que sacio una curiosidad, me nacen diez...
Nuevas informaciones sobre el caso dicen que:
La ministra de defensa fue mal asesorada el pasado mes de julio, cuando en la firma de un convenio con Cultura aseguró que la Armada va a intentar localizar ahora al buque ‘Reina Regente’, hundido en la zona de Barbate. Un historiador ha desvelado que una expedición rusa encontró el pecio y que España lo sabe.
El Ministerio reaccionó ante esa revelación, haciendo público un acuerdo entre Defensa y Cultura para comenzar las tareas de localización e identificación del buque ‘Reina Regente. El afán de Defensa por evitar otro caso ‘Odissey’ (que algún barco extranjero se apropie por sorpresa y sin permiso de un navío hundido en aguas españolas) le ha llevado a reaccionar con rapidez e intentar confundir a la opinión pública.
A ver, no sé si lo sabeis, pero sí hubo un superviviente del naufragio del Regente.
Uno de los oficiales de la dotación, el alférez de navío don José María Enríquez Fernández, natural de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), llevaba a bordo un magnífico perro terranova de su propiedad, que se granjeaba la simpatía de los tripulantes. Al ocurrir la tragedia el animal saltó a un enjaretado del crucero, pudiendo ser recogido por un barco inglés, que lo adoptó como mascota. Durante algún tiempo «navegó» el animal en dicho buque que un buen día recaló en Sanlúcar en ruta hacia Sevilla, fondeando en Bonanza, como era usual. El can reconoció inmediatamente la costa y arrojándose al agua ganó rápidamente la cercana orilla, desde donde corrió hacia la casa de los padres de su dueño, causando la natural emoción en estos y en cuantos conservaban imborrables el recuerdo de la tragedia.
Además, la serie fue todo un éxito.
Fue la primera clase de cruceros españoles en disponer de torres dobles en su artillería principal, pero a consecuencia del hundimiento del cabeza de serie, debido fundamentalmente al excesivo peso del artillado, dos piezas González Hontoria de 280 mm a popa y otras dos a proa, en comparación con su desplazamiento y calado, comprometían al parecer la estabilidad del buque en condiciones adversas.
Los otros dos barcos de la serie sufrieron cambios que afectaron a su velocidad, navegabilidad y armamento, pero a pesar de ser aliviados de los pesos que probablemente costaron la existencia al primero de la serie, acumularon tal cantidad de defectos que eran sistemáticamente rechazados por los jefes de Escuadra, por lo que fueron apartados de un servicio que, en realidad, nunca llegaron a prestar.
El Alfonso XIII fue retirado tan sólo dos años después de su entrada en servicio y el Lepanto, sólo prestó servicio en realidad como buque de instrucción.
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