La Granja de San Ildefonso incluye un palacio real, y unos maravillosos jardines con esculturas y fuentes. Se sitúa en la ciudad de San Ildefonso, en la provincia de Segovia, a 80 kilómetros al norte de Madrid. Debido a su ubicación en el lado norte de la sierra de Guadarrama, la Granja de San Ildefonso fue desde siempre uno de los lugares favoritos de caza para muchos reyes españoles.
En el siglo XV Enrique IV de Castilla construyó el primer pabellón de caza junto con un pequeño santuario dedicado a San Ildefonso, que dio lugar a su primer nombre. La reina Isabel de Castilla cedió ambos edificios a los monjes del monasterio del Parral en Segovia, que construyeron una granja y una casa en las cercanías.
Cuando el rey Felipe V decidió abdicar en 1724, su intención era retirarse a vivir a la Granja, donde los cuatro años anteriores se había estado construyendo un nuevo palacio con jardines, tomando como modelo el palacio de Versalles, en el que había vivido su abuelo Luis XIV de Francia. Lamentablemente, el heredero de Felipe, el rey Luis I, murió ese mismo año y Felipe V tuvo que regresar al trono.
Por tanto, un lugar recuperado para el ocio y el descanso se convirtió así en un importante rincón de encuentro para el rey, sus ministros y toda la corte. La ciudad de San Ildefonso se amplió con nuevas viviendas y servicios para dar cabida a los cortesanos y los favoritos del rey. Los cuarteles militares, una colegiata e incluso una fábrica de cristal fueron construidos alrededor del palacio.
Durante los 200 años siguientes, la Granja de San Ildefonso fue el palacio principal de verano, lugar donde se llevaron a cabo muchas bodas reales, entierros y acontecimientos estatales de primer nivel. Actualmente este real sitio forma parte del Patrimonio Nacional español.
Los jardines del palacio son uno de los mejores ejemplos de diseño de jardines del siglo XVIII europeo. El diseñador francés René Carlier utilizó la natural inclinación de las montañas para darle una perspectiva visual al conjunto sencillamente deslumbrante. Además, 26 fuentes artísticas decoran el parque, donde el sonido del agua es siempre sinónimo de belleza.
Las fuentes representan temas de la mitología clásica, incluyendo deidades griegas, alegorías y escenas de mitos. Se construyeron en plomo para evitar la corrosión y fueron pintadas para simular una estructura de bronce, material noble.
Un lago artificial, que se conoce como el Mar de San Ildefonso, se encuentra en el punto más alto del parque, y proporciona el agua que se puede contemplar en cada una de las fuentes. Es por ello que, al no existir aún las bombas de motor en el siglo XVIII, el agua llega hasta las fuentes por la simple fuerza de la gravedad de la tierra.
Hoy sólo se activan unas cuantas fuentes al día. Dos días al año, en las festividades de San Fernando y San Luis, las 26 fuentes se encienden para producir un espectáculo de agua realmente impresionante.
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