A poco más de una decena de kilómetros de Daimiel, está localizado uno de los yacimientos arqueológicos más importantes, no sólo de Ciudad Real, sino de toda Castilla-La Mancha.
Se trata de la Motilla del Azuer, una fortaleza que data de hace 4.200 años, y que da testimonio de que sus pobladores empleaban técnicas de construcción muy avanzadas para la Edad de Bronce. La excavación de este lugar es dirigida por los doctores Trinidad Nájera y Fernando Molina, profesora titular y catedrático de prehistoria, respectivamente, de la Universidad de Granada. La suya es una labor con una larga historia a sus espaldas, pues fue en 1973 cuando Nájera y Molina tomaron el primer contacto con este asentamiento olvidado. Este contacto tuvo lugar durante un proyecto de estudio sobre la Edad de Bronce en La Mancha. En el proceso previo de prospección para ver qué yacimientos existían en la región, su camino se cruzó con las motillas, unos emplazamientos que los prehistoriadores consideraban por aquel entonces una clase de túmulos funerarios de gran tamaño.Nájera explica que estas construcciones tenían agujeros, supuestamente fruto de excavaciones furtivas, a través de los cuales pudieron ver restos de muros y determinar que estaban compuestos por piedra y mampostería. De ahí sacaron la conclusión de que las motillas eran en realidad un tipo de fortificación. Los dos investigadores presentaron un proyecto para excavar tres de estos lugares: la Motilla del Azuer, la de los Palacios (Almagro) y la de las Cañas (Tablas de Daimiel). La elección acabó por recaer en la primera de ellas, tanto por su importancia como por su buen estado de conservación. Desde esa fecha hasta hoy han trabajado en revelar al mundo la Motilla, y en restaurar algunas de sus partes de la manera más fiel posible a la construcción original. Tuvieron una larga pausa entre 1986 y 2000 por “cuestiones presupuestarias”, derivadas de las transferencias a Castilla-La Mancha. En ese sentido, agradecen el apoyo recibido por el Gobierno regional para terminar esta obra, que hace cuatro meses se materializó en la concesión de 390.000 euros para afrontar su segunda fase por parte de la Comisión del 1% Cultural. Dentro de esta segunda fase, el equipo liderado por Molina y Nájera dedicará sus esfuerzos a restaurar el área central de la Motilla, con especial atención al patio oriental de la fortaleza, en el que se erige el corazón de esta fortificación: la torre. En ella, explican los prehistoriadores, estaba el pozo que proporcionaba agua a los pobladores establecidos alrededor de la Motilla del Azuer, y cuya defensa era el principal propósito de la construcción. La torre estaba a su vez rodeada por dos murallas, que fueron restauradas entre 2007 y 2008, en el marco de la primera fase de los trabajos. Entre la muralla intermedia y la torre del pozo había varios silos en los que se almacenaba el grano y el cereal cosechado. También había silos en el espacio entre la muralla exterior y la intermedia. De ese modo, los habitantes de la zona no sólo tenían una fuente de agua bien defendida, sino que contaban con amplias reservas de comida para tiempos de escasez. Eso convertía a la Motilla del Azuer, según explican los investigadores, en una posición extremadamente difícil de asediar. Y no era sólo por contar con dos murallas de perímetro defensivo, sino porque el acceso al interior se hacía a través de rampas y pasillos embutidos en los muros; debido a su estrechez, un ejército atacante no tendría más remedio que avanzar en fila de a uno, lo que permitiría a los defensores sorprenderles a la desembocadura de los mismos. Además, éstos podrían resistir un asedio de meses dentro de la Motilla, gracias a las reservas de agua y comida almacenadas previamente en su interior. La intención última de los dos prehistoriadores es que la Motilla del Azuer pueda ser visitada por el público. Calculan que para ello harán falta “tres o cuatro años”, que es el tiempo que estiman que van a tardar en realizar la tercera fase de los trabajos.En el transcurso de esta etapa, que comenzará el año que viene, procederán a restaurar el poblado que rodeaba a la fortificación, así como a instalar las protecciones necesarias para que los visitantes puedan contemplar el pozo y otras áreas sin correr peligro. También será entonces cuando se construya ahí un centro de interpretación de la prehistoria, que es el objetivo final que Trinidad Nájera y Fernando Molina tienen para el yacimiento. Hasta que llegue el fin de la trcera fase y la consiguiente apertura a las visitas de turistas y estudiosos, encontrar la Motilla del Azuer será difícil. El acceso es a través de una pista de tierra sin señalizar, que parte de la antigua carretera de Daimiel a Manzanares, hoy convertida en vía de servicio. Esta dificultad para encontrar el lugar, advierten los responsables de la excavación, tiene su razón de ser: ya han sufrido algún robo, y prefieren que el conocimiento de cómo llegar a la Motilla sea limitado por ahora. Ya habrá tiempo de señalizarla como merece en los mapas turísticos cuando esté lista para recibir visitas.
Fuente: historiayarqueologia.wordpress.com/ ...4000-anos/
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