Una isla dentro de un mar de arrozales. Hablamos de la
'Muntanyeta dels Sants' en el término municipal de Sueca. La 'Muntanyeta' se eleva tan solo 27 metros sobre el nivel del mar, pero fue más alta. Lo que ocurrió es que se explotó brutalmente como cantera de piedra.
Se trata de un lugar especialmente mágico, que tuvo gran importancia estratégica, fue punto de peregrinación medieval, su tradición religiosa se entronca con la época paleocristiana y en una cueva se hallaron restos humanos prehistóricos.
Aquí mismo, en una formación kárstica se encontraron huesos humanos fosilizados que, podrían tener una datación similar a los más antiguos de Atapuerca, alrededor de 1,3 millones de años. La pieza más importante, un fémur, desapareció durante la guerra civil del museo de Sueca y solo queda memoria fotográfica.
La 'Muntanyeta' es en la actualidad un lugar doblemente protegido: por sus peculiaridades propias, consideradas emblemáticas por los suecanos, y porque se encuentra dentro del Parque Natural de la Albufera. Muy cerca están los dos 'ullals' más importantes del parque: el 'dels Sants' y el de Baldoví, que son muestra de cómo debió de ser todo el marjal cuando no estaba humanizado ni aprovechado para cultivar arroz.
Una ermita se encuentra en la cumbre de la 'Muntanyeta' que está dedicada a los Santos Abdón y Senén, 'els Sants de la Pedra', llamados así porque la tradición religiosa les otorga una labor benefactora contra el pedrisco, que es el principal riesgo meteorológico que temen los agricultores que producen arroz.
Este fue un punto de gran importancia estratégica y lugar de peregrinaciones medievales. Está en la ruta entre Valencia y Cullera, en cuya montaña fundó un monasterio Justiniano, obispo de Valencia en el siglo VI. En aquel monasterio se refugió San Hermenegildo y fue muerto por su padre, Leovigildo. Posteriormente, los restos de aquel santo visigodo fueron confundidos con los de otro mártir, San Vicente, y se acrecentó el movimiento de peregrinos. La 'Muntanyeta dels Sants' era lugar idóneo para aprovisionarse de agua dulce. Aún lo es. Y bajo sus entrañas puede que haya mucha historia soterrada, aguardando que alguien la saque a flote. Todo apunta a ello. –Las Provincias-