Realmente resulta difícil imaginar que en una manchita tan pequeña de tierra, con tanta agua en derredor, a nadie se le hubiera ocurrido levantar este monasterio que resalta en su parte más alta. Menos aún, uno creería que se pudieran construir tan bellas casonas con techos de pizarra negra tan a la vera del lago mismo. Por suerte, a Julius si y ahora podemos gozar de este lugar increíble como pocos, en Italia.
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