Sus calles recuerdan aquel pasado con numerosos edificios religiosos y civiles de la época: palacios, iglesias, ermitas, conventos.
Vale la pena darse un paseo por sus alrededores, ya que en pocos kilómetros se hallan monumentos tan destacados como el castillo de Javier y el monasterio de San Salvador de Leire, así como espectaculares paisajes: las foces de Lumbier y Arbayún, y los valles de Roncal y Salazar, ya en los Pirineos. No se vaya de Sangüesa sin admirar su artesanía, y sin probar su deliciosa gastronomía, donde no faltan las verduras y legumbres, las carnes rojas, el queso, las setas, la caza y la pesca.