Por último, cabe reseñar que algunas intervenciones arqueológicas recientes han sacado a la luz la cripta del fundador del templo: el misionero napolitano Alessandro Valignano, más conocido en China como Fan Lian (1539-1606).
Gracias a esta intervención, aún se pueden admirar sus numerosos motivos escultóricos. Entre éstos, descuellan diversos elementos que evocan los antiguos navíos portugueses y la crucifixión de Cristo, una paloma de bronce que representa al Espíritu Santo y el soberbio tímpano de la iglesia —rodeado por el Sol, la Luna y las estrellas. Asimismo, una hornacina ubicada en el tercer friso acoge una representación de la Virgen de la Asunción.
Erigido entre 1602 y 1637 y sufragado por cristianos japoneses, este soberbio edificio se inspiró en la célebre iglesia de Il Gesù, sita en Roma. Tras su consagración, el templo se convirtió en la construcción católica más admirada del continente asiático. Pese a todo, en el año 1762, el Gobierno portugués expulsó a la orden que la administraba, la Compañía de Jesús, y convirtió la iglesia en un cuartel militar. Esta situación se prolongó hasta 1835, fecha en la que un incendio iniciado en las cocinas destruyó la basílica y la iglesia, a excepción de la fachada. Tras amenazar ruina en la década de 1980, las autoridades iniciaron los trabajos de consolidación de la misma, que culminaron en 1995.
La imponente fachada barroca de la imagen es lo único que resta en pie de la antigua iglesia jesuita de São Pablo, sin duda la muestra de arquitectura eclesiástica más espectacular de Macao. Este territorio, que en 1999 fue devuelto a China, se convirtió en el siglo XVI en la primera colonia europea del nordeste asiático a raíz de la ocupación portuguesa. No obstante, la presencia lusa en la zona no sólo sirvió para establecer una floreciente actividad comercial por vía marítima, sino que facilitó la entrada en el denominado Imperio del Centro de estilos arquitectónicos occidentales. Éstos no tardarían en recibir influencias del arte autóctono, circunstancia que daría pie a edificios tan notables como el que nos ocupa.