Conscientes ambas partes de la necesidad de remontar estas dificultades, desde mayo de 2005, han impulsado diferentes rondas de “diálogo estratégico”. La última, la quinta en un año, finalizó en la primera semana de mayo. Conducido esencialmente por altos cargos de los respectivos gobiernos, en este contacto se trata de identificar las mutuas percepciones respecto a los principales focos de tensión e intentar aportar soluciones que ambas partes puedan asumir.
El Ministerio de Asuntos Exteriores japonés ha creado, a primeros de abril, una oficina específica y permanente para seguir la evolución de los intercambios económicos y comerciales con China. Desde 2005, la posición de Japón en la economía china ha descendido, convirtiéndose en el tercer socio importador. Las dificultades políticas han afectado de modo evidente a los intercambios comerciales.
Para compensar esa ausencia de diálogo entre los principales dirigentes de los respectivos países, China ha puesto en marcha una peculiar diplomacia gubernamental-no gubernamental, en la que involucra a personalidades, sectores empresariales nipones o asociaciones de amistad con China, con el objeto de ejercer presión indirecta sobre Tokio para solventar el principal obstáculo que hoy día entorpece la normalización bilateral, las visitas al santuario Yasukuni, donde se venera a los fallecidos japoneses en combate, incluidos varios criminales de guerra. Desde que en 2001, el primer ministro Junichiro Koizumi, reanudó estas visitas, los contactos al máximo nivel se han suspendido.
Las relaciones entre China y Japón constituyen una de las claves regionales más importantes de Asia-Pacífico. Sobre sus respectivas dimensiones económicas pesan los diferendos históricos, las tensiones energéticas o las disputas en torno a Taiwán y otros contenciosos territoriales que, con el paso del tiempo, parecen agrandarse en vez de disminuir. En los últimos años, la ausencia de diálogo al máximo nivel denota la existencia de un claro enfriamiento en las relaciones bilaterales.