En los confines del sur de Marruecos el cabo Juby se adentra suave en el Atlántico, como queriendo besar las vecinas costas de Fuerteventura, frecuente destino de los parias de las pateras. Es en este escenario, a la vez hecho de mar y desierto, en el que aterrizó el que fue primero piloto y después escritor Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944) el 19 de octubre de 1927. Vino para ser responsable de escala de la compañía francesa Aéropostal, que cubría en etapas la línea Toulouse-San Luis de Senegal y a veces daba el salto hacia Natal (Brasil) y Santiago de Chile.
Aquí se levanta la localidad de Tarfaya, llamada también Cabo Juby o Puerto Victoria en la época del Imperio británico, que guarda en la actualidad unos pocos miles de vecinos. Una multitud, comparada con los pocos que recibieron a aquellos primeros héroes de la aviación comercial en el continente africano.
«Teníamos el castillo, un zoco y unas pocas de casitas, jaimas y barracas. Villa Bens no era más», explica en castellano Bachir Ahmed Mulud, nacido en 1916, refiriéndose al nombre con el que se conocía el enclave durante la época española (1916-1958) en honor a uno de los militares que hicieron las... Leer más ...