Durante el periodo de Al-Ándalus se considera probable que la localidad constituyera una de las aldeas del valle del Tiétar ya existentes en las que habitara una mezcla de población musulmana y mozárabe. La población aparece mencionada en documentos históricos en el siglo XIII. En el año 1393, su primer señor, López Dávalos, logró su secesión de Avila convirtiéndola en villa y capital de un extenso señorío. Las tierras de esta zona fueron con posterioridad repobladas por gentes procedentes de Galicia y Navarra.
Escoltada por la Sierra de Gredos, la villa castellano-leonesa de La Adrada situada en el Bajo Tiétar está custodiada por su imponente castillo, testigo del paso de notables personajes en el pasado como Don Álvaro de Luna, Enrique IV de Castilla o los mismos Reyes Católicos. El viajero obtendrá desde su cima unas vistas espectaculares y podrá echar la vista atrás rememorando el pasado de la localidad.