A día de hoy parece casi imposible imaginar que a principios del siglo XXI en España aún hubiera pueblos aislados a los que solamente se podía acceder a pie. Pequeñas aldeas en las que el paso del tiempo se ralentizaba irremediablemente permitiendo que éstas conservasen intacto su carácter rural.
Bulnes, un pequeño pueblo del concejo de Cabrales (Asturias) con a penas 50 habitantes que viven de la ganadería, el turismo y la elaboración del queso Cabrales y que está ubicado en las entrañas del macizo central de los Picos de Europa, es uno de ellos, o al menos lo fue hasta 2001 cuando se construyó el funicular que ahora conecta la aldea con el vecino pueblo de Poncebos.