Precisamente en la falda del Castillejo de Monteagudo, fue donde edificó su finca de recreo o almunia, con numerosas huertas, acequias, pabellones, albercas y jardines. En este emplazamiento, los arqueólogos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas vienen trabajando desde el verano del año pasado. Sin embargo, no ha sido hasta esta última semana cuando se ha producido un hallazgo sin precedentes: un palacio real presidido por una alberca palatina asociada a un gran jardín de crucero. Este conjunto monumental posee una configuración que solo cuenta con el antecedente de los palacios y jardines cordobeses de Medina Azahara (siglo X).
Cuando Murcia llegó a ser la capital del Xarq al-Ándalus, un estado independiente durante el emirato de Ibn Mardanis (tercer cuarto del siglo XII), este reino se extendió por la mitad oriental de la península Ibérica. El conocido como rey Lobo en las crónicas cristianas, convirtió a Murcia en la capital de su estado y la transformó en una de las ciudades más importantes del Occidente musulmán, dotándola de un gran número de palacios y fortificaciones, entre los que destacan el complejo monumental de Monteagudo, el palacio de Santa Clara, el oratorio de san Juan de Dios, la fortaleza inacabada de la Asomada y las propias murallas de Murcia.