De época musulmana quedan los dos elementos más importantes de Alcalá, como son la muralla urbana y su castillo o alcázar, pieza clave para la conquista de Sevilla, y sus molinos de harina situados en la ribera del río, que proporcionan a la ciudad, además de una floreciente industria panadera, de la que hoy vive orgullosa, una fisonomía peculiar.
El castillo de Marchenilla se encuentra sobre una altura poco pronunciada, a unos 5 kilómetros de Alcalá de Guadaira, en la provincia de Sevilla. Con la llegada primero de los griegos, que la denominaron Hienipo, y luego de los romanos, que la llamaban Ordo Hienípensis, se empieza a tener referencias más claras sobre este asentamiento.