El sur de la provincia de Albacete acoge el término municipal de Tobarra, de origen islámico, perteneciente a la Comarca de Hellín. Está entre los cerros de San Cristóbal y San Sebastián, rodeada por una fértil huerta que favorece el cultivo de frutales. Además de su famosa Semana Santa, de la que hablaremos más adelante, Tobarra cuenta con un patrimonio artístico de gran valor representado por su iglesia de la Asunción y la ermita de la Encarnación y del Cristo de la Antigua.
En 2020 ha sido elegida como uno de los 15 lugares más bellos de España. En el municipio se ubican los cultivos de aromáticas más grandes de España (1.600 hectáreas) así como una de la destilería más moderna de Europa. Brihuega ha creado un modelo de turismo sostenible único que integra la parte agrícola, la técnica, perfumística y comercial que se ha consolidado en un Turismo de Aromáticas único en España, recibiendo más de 100.000 visitantes solo en julio y agosto que beneficia económicamente al resto de la provincia en todos los sectores.
Situado al sudeste de la provincia, cerca de Sierra Morena, Valdepeñas es uno de los municipios más importantes de Ciudad Real, especialmente conocido por su producción de vinos con Denominación de Origen, abarcando extensos cultivos de vid y cerca de 600 bodegas donde se almacenan exquisitos caldos de la mejor calidad. No en vano, Valdepeñas ha sido llamada la “ciudad del vino” y posee, incluso, un Museo del vino, el cual resulta un lugar interesantísimo para visitar.
En gran parte cubierto por lavas de las erupciones volcánicas desde el Timanfaya y el Tinguatón, en los años 1730 a 1736 y 1824. Un hecho que ha permitido que Tinajo haya podido establecer en sus tierras una agricultura próspera y lucrativa, a pesar de la escasez de lluvias, ya que sus cultivos a partir de la ceniza volcánica que conserva muy bien la humedad, se desarrollan en excelentes condiciones y con una calidad óptima.
La belleza de centenares de almendros en flor, en contraste con el rojo de la tierra y el ocre de las paredes de piedra que delimitan a modo de bancales los cultivos del llano, suponen una visita obligada para quien quiere disfrutar de la esencia de la Ibiza rural, natural y auténtica, tanto durante el día como por la noche, puesto que es habitual que se organicen paseos a la luz de la luna para contemplar en todo su esplendor este espectáculo de la naturaleza que se produce cada año durante los meses de enero y febrero.
Hacía el norte, el territorio del jable, que va desde Famara hasta las playas del sur, propicia cultivos que aprovechan los nutrientes que aporta el mar. Su vinculación con el cultivo de la tierra, llevó a César Manrique a homenajear el trabajo del campesino isleño, con el Monumento al Campesino, que junto a la Casa Museo recoge en sus salas aperos rústicos, artesanía y otras herramientas tradicionalesde los antiguos habitantes. Hacia el sur surge la antesala de La Geria, salpicada de pequeños caseríos que contrastan con el propio núcleo urbano se San Bartolomé y La única salida al mar del municipio es Playa Honda, un núcleo residencial y dotado de todas las comodidades y servicios, que se ha convertido en el segundo más poblado de Lanzarote tras su capital, Arrecife.
Y tan ancentrales como la propia localidad. De hecho, la vinculación de Montemayor a sus castañares podría llevarse hasta los tiempos de repoblación medieval en los que colonos astures y gallegos trajeron con ellos la costumbre y los secretos del cultivo de castaños. Y tan bien se adaptó esta especie a estas nuevas latitudes que hoy prosperan en muchos rincones de las sierras de Francia, Béjar y Candelario como auténticos bosques de aspecto legendario.
El pintoresco pueblo de El Mocanal, rodeado de pastos y cultivos, se sitúa en el norte de El Hierro. Este caserío tradicional se encuentra muy próximo al Pozo de las Calcosas, una zona de baño con espectaculares piscinas naturales, ideales para refrescarse con un buen chapuzón en sus aguas cristalinas.
Además la riqueza de pastos, las características del terreno para el cultivo de cereal, la abundante caza y las aguas del Río Alberche, del Arroyo Tórtolas y de la Garganta de la Yedra, hacen suponer que su permanencia fuese significativa y duradera.
De la época romana se conservan unas inscripciones en los Toros de Guisando y los restos de una calzada de segundo orden. En esta época las tierras tembleñas debieron de tener gran importancia por ser zona de paso obligado. En algunos mapas arqueológicos figura un poblado romano en el término municipal.
Haría, en el norte de Lanzarote, se encuentra ubicado en el encantador “valle de las mil palmeras”, uno de los mejores palmerales de palmera autóctona de las Islas Canarias. Al adentrarse la carretera entre montañas aparece este oasis en medio de la geología pura de la isla: tierras verdes y cultivos salpicados por el blanco de la arquitectura popular isleña. A la sombra del misterioso volcán de la Corona duerme Haría su sueño, mecido por la tranquilidad de un paisaje rural de gran interés.
Destacan en este pueblo el centro histórico, repleto de casas de piedra de sillería, la iglesia barroca de San Miguel, el castillo medieval de los Velasco, la ermita románica de Sorejana y el puente de piedra. Es una localidad eminentemente agrícola, en la que el cultivo de la vid destaca sobre otras variedades.
Pueblo minero perteneciente al Andévalo y situado en plena zona de Las Minas. Su paisaje está formado por tierras poco accidentadas con zonas de pinos y eucaliptos, además de terrenos dedicados al cultivo de cereal. Los edificios más interesantes son la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, la Ermita de la Divina Pastora, la Ermita de San Vicente y la Plaza de Toros.
El paisaje de Chejelipes, en el este de La Gomera, está marcado por sus tres presas. Tres oasis en cuyos alrededores se asientan fértiles cultivos y bellos palmerales. Las pequeñas casas que componen este disperso caserío, cercano a la capital, se asientan sobre las laderas del barranco de La Villa, formando una bella estampa difícil de igualar. Con poco menos de cincuenta habitantes, este rincón aislado pero de fácil acceso es un remanso de paz.
La Tosca es un caserío cerca de Barlovento, en el norte de La Palma, con una gran singularidad: se encuentra en medio de un bosque de dragos, una de las mayores poblaciones de este árbol endémico de las Islas Canarias. Apenas una veintena de personas viven en La Tosca, rodeadas de tierra de cultivos y de estos enigmáticos árboles que ya desde la Edad Media llamaron la atención de los europeos, que crearon un sinfín de leyendas en torno a ellos.
El término municipal de Aiguamúrcia también está formado por los pequeños núcleos de población de Les Pobles, l’Albà i el Pla de Manlleu. El cultivo de la viña es muy importante en el municipio de Aiguamúrcia donde podemos encontrar dos bodegas productoras de vino y cava con denominación de origen del Penedès. También hay que destacar la existencia de una planta embotelladora de agua mineral.
Villa perteneciente al Aljarafe situada a 7 Kms. de Sevilla. Su actual asentamiento tiene su origen en 1595, cuando se abandonó el anterior, próximo al río, debido a las frecuentes inundaciones. Su paisaje está formado por campos de cultivos de cereales, olivos y frutas. Dentro de su término se encuentran las ruinas de la antigua y famosa ciudad romana de Itálica, que fue una de las ciudades españolas más importantes de la época y cuna de Adriano y Trajano. Destacan en ella el anfiteatro, las termas y los mosaicos.
Cuenta también Santiponce con otro monumento muy interesante, el Monasterio de S. Isidoro del Campo, de estilo gótico; fundado por Alonso Pérez de Guzmán para los monjes cistercienses.
Testigo de la historia a los largo de todos los tiempos, se han encontrado restos de la cultura argárica y de los fenicios, fue la Salambina de los cartagineses, la Segalvina de los romanos y la Salawbiniya de los árabes. Durante la dominación romana formó parte del itinerario que unía Castulo con Malaka. Importante fortaleza también durante toda la Edad Media. Hasta aquí llegó la expedición de Alfonso I el Batallador en tierras andalusíes. Conquistada por los Reyes Católicos en el 1489, fue defendida años después por Francisco Ramírez de un ataque de los árabes.
En los siglos XVIII y XIX fue duramente castigada por los ataques de los piratas turcos, obligando a su población a trasladarse a lugares más seguros en las montañas próximas.
En siglo XX inicia una etapa de prosperidad gracias al cultivo de la caña de azúcar y especies tropicales y al turismo.
Salobreña ofrece una de las estampas más características del litoral mediterráneo español. Joya de la Costa Tropical, se enmarca en un singular escenario donde juegan en perfecto equilibrio sobre el Gran Peñón los volúmenes blancos de su cuidado urbanismo y el rotundo perfil de la fortaleza hispano-musulmana, monumentos arquitectónicos que se alzan entre la vega y el mar.
Goza de un clima subtropical templado que, propicio para el cultivo de especies como la caña de azúcar y los frutos tropicales, permite disfrutar durante la mayor parte del año de sus magníficas playas.
En el interior de la provincia de Valencia , donde las terrazas de típicos cultivos mediterráneos horadan una tierra histórica que ha sido testigo de mil batallas medievales, se encuentra la pequeña localidad de Chelva. Esta perla de la comarca de Los Serranos pasa los inviernos adormecida, con poco más de mil habitantes, como si la vida no fuera con ella y a merced de los fríos vientos que castigan el valle. Sin embargo, al acercarse la primavera, el rumor de las aguas de las numerosas fuentes de Chelva, tanto subterráneas como al aire libre, se hace cada vez más audible y ejerce de dulce despertador de árboles, explanadas, plazas, calles y gente.
El Valle del Jerte es uno de los destinos de naturaleza, descanso y relax más conocidos de Extremadura. El valle se encuentra en el noreste de Extremadura, a pocos kilómetros de Plasencia. Su situación y orografía hacen que cuente con un microclima propio ideal para el cultivo de la picota (la cereza con Denominación de Origen del Jerte) y para disfrutar de un entorno natural excepcional y de unos lugares bellísimos.
La Muntanyeta dels Sants, geológicamente es un pequeño afloramiento de dolomías del Cretácico que formaron una isla en medio del lago que constituía la Albufera.
Su valor ambiental reside en que es un islote de vegetación arbórea rodeada de la inmensa llanura homogénea del marjal. A lo largo de la alternancia del cultivo del arroz, desde la Muntanyeta se puede contemplar a su alrededor un precioso panorama: una amplia perspectiva lacustre cuando los inmensos arrozales se inundan, o una extensa alfombra verde cundo el arroz está crecido.
La ermita es de una arquitectura típicamente mediterránea de principios del siglo XVII que, desde comienzos del XIX tiene adosada la vivienda para el ermitaño.
Su construcción comenzó en 1605 y se prolongó durante ocho años, fue promovida y sufragada con las limosnas de los labradores de Sueca, que se encomendaban a San Abdón y San Senén para que ellos protegieran sus cosechas de granizo.
Destacar también, además de la red de acequias de riego, la belleza de los ullals como el "ullal de baldoví" y el "ullal dels sants", junto a la Muntanyeta con su característico ecosistema de vegetación, peces, y... Leer más ...
Antiguamente, esta población era eminentemente agrícola y ganadera, predominando los cultivos de azafrán, algodón, tabaco. El pueblo de Candeleda es ahora centro de atracción turística y reserva ecológica; un lugar mágico. Mágico por sus parajes y arboledas, por sus gargantas, arroyos y manantiales, por los picachos y roquedales de la sierra y por sus tradiciones.
Candeleda es un pueblo de la provincia de Avila, al sur de la Sierra de Gredos y en pleno Valle del tiétar. Su emplazamiento, al abrigo de los cierzos y en la depresión más profunda de Castilla, 252 metros sobre el nivel del mar, propicia un microclima que facilita el mantenimiento de una exuberante flora, donde se dan cultivos como el kiwi y el naranjo entre otras especies.
Con la llegada de los romanos, el poblado ibérico fue transformado en una villa romana, dedicada a la explotación agraria con el cultivo predominante de la viña. El vino producido se envasaba en ánforas, que podían ser producidos en los hornos de Gavá o San Baudilio de Llobregat.