La belleza de centenares de almendros en flor, en contraste con el rojo de la tierra y el ocre de las paredes de piedra que delimitan a modo de bancales los cultivos del llano, suponen una visita obligada para quien quiere disfrutar de la esencia de la Ibiza rural, natural y auténtica, tanto durante el día como por la noche, puesto que es habitual que se organicen paseos a la luz de la luna para contemplar en todo su esplendor este espectáculo de la naturaleza que se produce cada año durante los meses de enero y febrero.
En el noroeste de La Palma y alejada del moderno desarrollo urbano se encuentra la pequeña y tranquila aldea de Las Tricias. Se asienta sobre una ladera entre barrancos, rodeada de almendros. Su floración en invierno es todo un espectáculo. El ritmo de vida pausado de Las Tricias permite admirar con detenimiento su arquitectura, de la que destacan bellas casas solariegas con balcones de madera, paredes de piedra oscura revestida de blanco y cubiertas de teja. Puro estilo palmero.