La Ley de Puertos permite desde hace siete años el uso compartido de los faros deshabitados con el fin de evitar su abandono y obtener fondos para aminorar el coste de la conservación de estos edificios, la mayoría de ellos decimonónicos. Así, bien a través de convenios con otras Administraciones públicas o concesiones a empresas privadas, se abrió la posibilidad de reconvertir estas atalayas costeras con envidiables vistas al mar en instalaciones de uso cultural o en restaurantes, bares y pequeños hoteles o casas rurales.
En la Comunitat Valenciana, sólo siete de los 15 faros están aún habitados: Orpesa y Peníscola, en Castelló; Canet y Cullera, en Valencia; y, en Alicante, cabo de Sant Antoni (Xàbia), Las Huertas (Alacant) y Santa Pola.
La soledad y la vida calmada que acompaña a un oficio cuya imagen ha sido idealizada, nada tiene que ver ya con la realidad de estos últimos fareros valencianos. Integrados en los equipos de señalización marítima de las tres Autoridades Portuarias de la Comunitat Valenciana, además del mantenimiento de sus propios faros, cuyo funcionamiento ininterrumpido está supervisado por un... Leer más ...