Llegando hasta la localidad de Hermoso Campo, uno de los puntos de acceso a Campo del Cielo. Otra opción, y el camino usualmente recomendado, es por la localidad de Gancedo a unos kilómetros más al noroeste y desde ahí por un camino de tierra que se encuentra en buenas condiciones y apto para vehículos bajos.
La reserva natural y cultural Pigüen N'onaxá ("Campo del Cielo") en Chaco el lugar donde se pueden apreciar los meteoritos en el sitio donde cayeron 4.000 años atrás. Sus actividades se basan en el cuidado de los ejemplares que pueden ser visitados y en la búsqueda y extracción de nuevos meteoritos.
Verde que se empeña en colorear extensos campos; un cielo azul que hace resaltar los colores del paisaje; serenidad y ese aire puro de las pampas bonaerenses, anticipan la llegada a la pintoresca localidad de Huanguelén.
El campo de rocas descansa entre un mar de médanos blancos y la silueta de volcanes. En total, son más de 5 mil formaciones rocosas concentradas en un área de 25 kilómetros de largo. Dependiendo la hora del día se puede ver un paisaje diferente en el que el color del cielo y la luz del sol juegan con las sombras que proyectan estos gigantes porosos que parecen médanos.
Un recorrido por Ciudacita permite distinguir dos ámbitos bien diferentes. El recinto ceremonial, o Kalasasaya, al que se entra por la Puerta del Sol, y Los Corrales, el sitio desde el que se observaba el cielo. Los recintos, sobre las laderas, rodean un campo ceremonial en forma de rectángulo, de cuarenta por sesenta metros, donde se cree está encerrado el misterio de su origen y su razón de ser.
...niega a celebrar la boda, recuerda Ureta, ya que no creía que el estanciero parecía lo suficientemente comprometido para amar a Yraizoz "todos los días" de su vida. Pero Ureta demostró ser extraordinariamente devoto a Yraizoz, dicen sus amigos e hijos, y la unión fue feliz, aunque breve.
"Ella era muy emprendedora, vivía haciendo cosas", dice Soledad, de 38 años, uno de los cuatro hijos del matrimonio. "Ella ayudó a guiar a mi papá. Vendía ropa".
Un día durante un vuelo sobre la llanura pampeana, Yraizoz divisó un campo que, por obra de una peculiaridad topográfica, desde el aire parecía un balde, cuentan sus hijos. Fue entonces cuando ella comenzó a pensar en diseñar la propia finca de la familia en la forma de una guitarra, un instrumento que adoraba.
"Mi padre era muy joven, y estaba ocupado con su trabajo y sus propios planes", dice su hijo menor, Ezequiel, de 36 años. "Él decía 'después, hablemos después'".
Yraizoz, sin embargo, no tenía mucho tiempo para esperar. Un día en 1977, se desmayó. Había sufrido una ruptura de aneurisma cerebral, un debilitamiento en la pared de un vaso sanguíneo que terminó por explotar... Leer más ...