En el banco ubicado bajo el roble y respaldadas por el monolito alusivo a Gernika, conversan en la tarde cálida un par de vecinas. Hoy son estas señoras que buscan la paz de un banco de esta plaza, ayer, tal vez, unos padres paseando a sus hijos pequeños, quizá mañana sea un jubilado quien se siente al calor del tibio sol de invierno y siempre, sin horario, una pareja enamorada estará susurrando sus sueños.
La plaza se ubica en un barrio apacible de Montevideo, a pocos minutos del bullicioso centro de negocios y oficinas, y a pesar de caracterizarse por sus casas bajas y calles arboladas, la plaza resulta un remanso verde y atractivo que invita a disfrutar del césped prolijamente mantenido, a la sombra de las frondosas copas de las árboles que la cubren.