Este bonito y antiguo pueblo ortodoxo, a 12 km de Éfeso ya 30 km de Kusadasi, alguna vez fue Cirkince ("feo"). De hecho, sus habitantes le dieron este nombre a propósito, ya que no querían ser molestados por los extranjeros ni compartir la belleza de su pueblo.
Aún después de años, los visitantes entendieron que el pueblo no era nada feo y lo llamaron Sirince ("bonito"). Como el pueblo está ubicado en la cima de una montaña, cualquiera disfrutará de las impresionantes vistas de los viñedos y los melocotoneros en su camino.
Hoy en día, el pueblo es una síntesis perfecta de la cultura turco-griega a partir de la década de 1920: después de la Guerra de la Independencia, se ha producido un intercambio de personas entre griegos y turcos y todas esas casas típicas griegas, aunque conservaron sus características exteriores originales, han recibido el diseño local. Adentro. Los ejemplares más bellos están abiertos a los visitantes. E incluso en el patio de uno de ellos, uno descubrirá una iglesia ortodoxa muy bien restaurada.
Todas las calles estrechas del pueblo pertenecen a... Leer más ...
Es un caso para estudiar. Como se ha encauzado el turismo hacia un pueblecito que vive totalmente de él, con 600 habitantes, metido en las montañas, y sin comunicaciones ordinarias.
Şirince es una agradable villa de montaña con construcciones tradicionales donde se mezcla lo griego y lo turco, a tan solo pocos kilómetros de Selçuk y Éfeso.
Existe una historia que dice que el pueblo fue colonizado por griegos que llamaron al pueblo Çirkince (que significa "feo" en turco) para disuadir a los otomanos de visitarlos.
En 1908 todos los habitantes eran griegos ortodoxos, pero que hablaban otomano. Una vez expulsados los griegos, en 1926, el nombre del pueblo fue cambiado a Şirince, que significa lo opuesto: "Agradable".
Podéis ver en la foto como ambos nombres subsisten hoy en los carteles de la localidad.
En la actualidad, el pueblo prospera gracias a la agricultura (aceite de oliva, melocotones, vino) y al turismo. Está bien protegido y es un ejemplo raro y atractivo de la arquitectura cristiana otomana.
La localidad tiene un floreciente comercio de vinos y bodegas, además de recuerdos de todo tipo.