Tambien hubo marchas de la muerte en Europa (mayormente de judios), pero esta es una historia conmovedora. Por un lado un error aliado, que pensaban que el campo estaba vacio, por otro la estupidez y crueldad de hacer marchar hasta la muerte a los prisioneros, cuando solo faltaban dias, para acabar la guerra.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, los jefes militares japoneses comenzaron a ponerse nerviosos, por una posible intervención aliada para liberar a los prisioneros del campo de concentración de Sandakan.
Por su parte, los aliados, en un error de sus servicios de inteligencia, descartaron el plan, porque tenían informaciones de que el campo de concentración de Sandakan estaba vacio.
En las últimas semanas de la guerra, los prisioneros fueron obligados a marchar 260 kilómetros, sin alimentos, a través de la selva hasta Ranau. Durante estas marchas forzadas, se disparaba a todo prisionero que no pudiese o se negase a andar. De los 2500 prisioneros solo lograron salvarse 6, porque consiguieron eludir las medidas de seguridad y evadirse.
Estos jefes militares fueron juzgados por crímenes de guerra y condenados a pena de muerte.