El pasado miércoles, la estatua de Hernán Cortés que preside la plaza de Medellín (Badajoz), el pueblo natal del conquistador de México, apareció manchada con pintura roja y con unos panfletos que piden retirar de ella la cabeza decapitada de un indígena sobre la que Cortés apoya un pie. El grupo Ciudadanos Anónimos se declaró autor del ataque cometido.
La Embajada de México en España condenó el "acto de vandalismo intolerable e injustificable" añadiendo que "México es un país orgulloso de su doble herencia indígena y española", por eso, "quien realiza ese ataque quiere negar al padre o la madre" de los mexicanos.
Igualmente se calificó a la escultura como "magnífica" y aclarando a los autores del ataque, tal y como explicó ayer el alcalde de Medellín, que el conquistador no pisa la cabeza de un indígena -tal y como denuncian- sino que se apoya sobre un ídolo de un altar azteca.
¡Hay que ver la serie de energúmenos, que aún hoy, produce la ignorancia, la intolerancia y la soberbia!