De paso al archipiélago también llegó a Guam en 1565 la expedición de Miguel de Legazpi: pisó la mayor de las islas de los Ladrones, como se denominaron en principio las Marianas, antes de seguir camino al Este y fundar Cebú y Manila. Y en 1668 arribaron los primeros misioneros jesuitas españoles, como Luis Diego de San Vitores.
Agaña, la capital de Guam, recibe el estatuto de ciudad en 1686 y se convierte en la primera urbe occidental de Oceanía. Carlos Madrid, historiador especializado en la presencia española en Filipinas y Oceanía, recuerda la crudeza de la guerra de conquista y el daño a la población por los males que traían consigo los occidentales. “Hubo mucha despoblación por las enfermedades que portaban los conquistadores”, apunta. La viruela y la gripe se cobraron miles de víctimas. La población local, más de 50.000 personas, quedó en 3.000.
En 1521, Guam, la colonia estadounidense amenazada por Corea del Norte, apareció ante los ojos de los marineros de Magallanes como un paraíso con agua y fruta. Llevaban meses de dura travesía por el Pacífico y la desnutrición y el escorbuto ya habían hecho mella en la tripulación. De algún modo, esa siguió siendo la función de las Marianas todos los años que estuvieron bajo dominio español: la de oasis donde avituallarse en la ruta del galeón de Manila que cada año partía de Acapulco a Filipinas.
La Declaración Filipina de la Independencia ocurrió el 12 de junio de 1898 en las Filipinas, cuando las fuerzas revolucionarias filipinas comandadas por el General Emilio Aguinaldo (quien más tarde se convertiría en el primer presidente republicano de las Filipinas) proclamaron la soberanía y la independencia de las Islas filipinas de España después de que ésta fue derrotada en la Batalla de la Bahía de Manila durante la Guerra Hispano-Estadounidense.
La declaración, sin embargo, no fue reconocida por los Estados Unidos o España, hasta el Tratado de París, de 10 de diciembre de 1898, en el que España reconocía la independencia de Cuba y cedía a los Estados Unidos, Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam, en las Marianas. De nada sirvió que la entrega de las Filipinas no hubiera quedado establecida en el protocolo de Washington. La delegación norteamericana impuso sus exigencias sin que a la española le quedara otro recurso que la protesta. En el acta final, los negociadores norteamericanos reconocían en los españoles "el celoso cuidado, la sabiduría y la habilidad, así como la uniforme cortesía con que habían procedido".
Aunque las Filipinas celebraron su primer Día... Leer más ...