Hace unos días leí un articulo de que habían aparecido flores en la tumba olvidada de un genio del ajedrez: Jose Raúl Capablanca, el último campeón del mundo que hablaba español como lengua materna.
Capablanca nació en el Castillo del Príncipe, instalación militar de La Habana, el 19 de noviembre de 1888. José Raúl fue el segundo hijo de un oficial del ejército, destinado en la entonces provincia española.
Dice la leyenda que Capablanca aprendió a jugar el ajedrez a los cuatro años de edad, observando a su padre jugar con amigos. En el transcurso de una de las partidas, que su padre jugaba con el general Francisco de Paula Loño, observó que el general movía el caballo de una manera no permitida; ante la sorpresa de todos, lo acusó de hacer trampas y pasó a demostrarle lo que había hecho.
A los cinco años, su padre comenzó a llevarlo al Club de Ajedrez de La Habana. A los mejores jugadores del club les fue imposible derrotarlo. En 1901, a los trece años, alcanzó el título de campeón de Cuba (nación ya independiente).