Rusia y Noruega llegan a un acuerdo para repartirse su parte del Ártico y poder así explotar sus recursos minerales, en espacial gas y petróleo. La clave esta en la Cordillera submarina Lomonosov. Esta cadena montañosa se extiende a lo largo de 1.800 kilómetros diviendo el Ártico en dos.
El espacio marino que Noruega y Rusia se disputaban desde hace 40 años tiene una superficie de aproximadamente 175.000 kilómetros cuadrados, rica en yacimientos, principalmente de gas y petróleo.
Durante décadas no hubo ningún progreso, ya que las posiciones eran opuestas: mientras los rusos eran partidarios de una repartición "por sectores", los noruegos querían trazar una línea que dividiera las aguas.
El acuerdo estipula que todo yacimiento que cruce la línea de demarcación, solo podrá ser explotado conjuntamente. Sin embargo se piensa que la mayoría de los yacimientos han caído del lado ruso.