El deshielo no duró mucho, algo se dice sobre el incidente entre un centinela del régimen de Kim Jong-il y una turista muerta, y los millones de dólares surcoreanos que entraban en el viejo bote dejaron de llegar. Veintipico años después de que iniciase su andadura (o mejor dicho, su flotadura), el Haegumgang carecía de la fastuosidad propia de un Four Seasons. En 2013 funcionarios del gobierno advirtieron “severos problemas” de seguridad. Pese a ello, el fantasmagórico edificio siguió alojando a algunos grupos turísticos.
Corea del Norte. ¿Por qué se llevó un hotel de cinco estrellas a 4.000 kilómetros de distancia y a una de las zonas ya por entonces, en los años 2000, más deprimidas del planeta? Para permitir la escenificación de una tregua. En aquella época hubo una pequeña descongelación de las tensas relaciones entre el norte y el sur, y el país dictatorial buscaba unas instalaciones de lujo tanto para que los sureños contemplasen la gloriosa existencia de sus vecinos como para permitir el reencuentro entre familias largamente separadas durante la posguerra. El Saigon Floating Hotel se transformó en el Hotel Haegumgang.