Aquí Rubió olvida la lección hispano-arabe confusa entre las imágenes del jardín francés que le enseña Forestier a través de la colaboración en los Jardines de Montjuïc, i se desplaza hacia la recuperación del espíritu renacentista italiano, como esencia de la modernidad”.
Mientras pensaba en la construcción de su jardín, conoció al joven Nicolau Mª Rubio i Tudorí (28 años), “cuando todavía estaba en plena efervescencia la admiración por su maestro en el arte de la jardinería, Forestier.
En 1919, el Marqués de Roviralta vio por primera vez estos terrenos repletos de viñedos junto a los acantilados de la Costa Brava y quedó totalmente prendado por el lugar y decidió levantar allí los magníficos jardines de Santa Clotilde, para después construir una gran mansión.