Siguiendo rumbo norte por la E-75, el viajero se interna en el corazón de Laponia, la tierra de los samis, los pobladores originarios del norte de Escandinavia. En Finlandia viven cerca de 8.000 samis en la actualidad, tienen un Parlamento propio en Inari, y su lengua se tiene en cuenta en escuelas y medios de comunicación. La ciudad de Saariselka es la puerta de entrada al Parque Nacional Urho Kekkonen, una de las porciones más salvajes de la Laponia finlandesa.
La Laponia finlandesa representa casi el 30% de la superficie del país, pero en ella sólo vive el 3,6% de la población, la mayoría en Rovaniemi, la capital, y en Ivalo. La carretera E-75, que une ambas ciudades, es el eje central de esta ruta por el norte finlandés.
Laponia es el reino de los espacios abiertos, los horizontes infinitos y el silencio. Uno de los escasos territorios vírgenes de Europa donde los bosques de coníferas, los lagos y los ríos, protegidos por el duro clima boreal, aún no saben de la labor destructiva del hombre.
Al norte del Círculo Polar se extiende un territorio de bosques inmensos, interrumpidos por lagos de aguas límpidas que en verano reflejan el sol de medianoche. Es la tierra de los samis, el pueblo más antiguo del extremo septentrional de Europa.