Situado en el suroeste de la comarca de la Conca de Barberà, el municipio de Vimbodí y Poblet incluye el monasterio de Poblet, conjunto cistercense habitado más grande de Europa, que fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en el año 1991. Declarado panteón oficial de los reyes de la Corona de Aragón en tiempos del rey Pere III el Ceremoniós, acoge la concentración más grande de tumbas y sepulcros reales.
En el Panteón Real yacen, en sepulcros góticos, los reyes Alfonso VIII y su esposa Doña Leonor de Aquitania, el rey Enrique I, la reina Doña Berenguela, el infante Don Fernando de la Cerda y numerosos infantes y personajes de sangre real vinculados a la Corona de Castilla.
El 2 de junio de 1160, Guerau Alamany de Cervelló y Guillem de Montagut ofrecen a la comunidad monacal las tierras de Santes Creus situadas en la margen izquierda del río Gaià. Dado que la zona reunía condiciones adecuadas al espíritu cisterciense, el asentamiento adquiere carácter definitivo.
Fue en el siglo XIII cuando, bajo el patrocinio de Pedro III el grande rey de Aragón que expresó su deseo de ser enterrado en el monasterio, se construyó el panteón real, en el cual a su vez fue sepultado su hijo el rey Jaime II. El almirante Roger de Lauria fue enterrado a los pies del sepulcro de Pedro III. Parte de la nobleza siguió esta costumbre medieval y escogió este lugar para su descanso eterno, hasta la decisión de Pedro IV el Ceremonioso en 1340 de instalar el panteón de la monarquía en el monasterio de Poblet.
La guerra de la Independencia (1808–1814) y el Trienio Liberal (1820- 1823) acentuaron el empobrecimiento del cenobio. Las desamortizaciones del siglo XIX afectaron a la comunidad y, en 1835, los monjes abandonaron definitivamente el monasterio. Con la ley de desamortización promovida por Mendizábal se decretó la venta de las propiedades y bienes eclesiásticos... Leer más ...
También en el Monasterio de San Juan de la Peña puede verse el Panteón Real, que conserva los restos de los primeros monarcas aragoneses. Precisamente, los Reyes de Aragón concedieron importantes privilegios que conviertieron en uno de los centros monásticos más importantes e influntes.
Estos edificios se ensamblan sin ceder independencia, pudiendo identificarse perfectamente por su escala, su traza y sus componentes estilísticos. La envolvente general del conjunto goza de una saludable autonomía guardando una sabia concepción de las alineaciones, con avances y retranqueos que definen espacios urbanos de pequeña escala.
Este perímetro escalonado de la planta, se va correspondiendo con un desplazamiento sucesivo de los planos de cornisa en el caso de la Capilla Real hasta conseguir un efecto de gradiente decorativo con los pináculos y cresterías; un perfil acusadamente vertical de los estribos catedralicios hacia la plaza de las Pasiegas, fachada triunfal en clave de un barroco depurado por la preeminencia de la estática estructural y, finalmente, un duomo, con una silueta en cascada y contrafuertes, proyecto a lo romano que rememora a un Panteón contaminado por reminiscencias medievales.
El palacio se encuentra en la ladera de la sierra del Guadarrama, y sus inacabables paredes de granito gris y su aspecto austero iniciaron una tendencia arquitectónica conocida como desornamentado. La sobria basílica y los simples apartamentos reales esconden la riqueza de la colección de arte de los Habsburgo, que mayoritariamente se encuentra en otros edificios del recinto como la biblioteca y el panteón real.
Lo más destacado de la basílica es su suntuoso altar y, en la capilla, el impresionante crucifijo de Benvenuto Cellini. La biblioteca, con su techo abovedado decorado con frescos de Tibaldi, contiene 40.000 libros y manuscritos; y el museo alberga otras de Tiziano, Tintoretto y Bosch. Asimismo, un espléndido fresco de Giordano decora la escalera principal del monastario agustiniano.
Por último, el panteón real es un tanto desconcertante. Una escalinata desciende hasta la sala octogonal, pasando por el pudridero, una sala donde se dejaban descomponer los cadáveres reales durante varios años antes de desplazarlos a los féretros dorados y de mármol que cubren las paredes de mausoleo.
Cuando el profesor se llama a silencio un par de dias , ya se que esta preparando algo por demas importante y esta vez se cumplio nuevamente el ciclo -silencio=post de primera-gracias
Panteones Reales en España.
La profusa existencia de reinos que compusieron la unidad de España y la larga pervivencia de la institución monárquica, ha ido creando a lo largo de la historia un gran número de lugares de enterramiento de los difuntos coronados, por todo el territorio español. Y aunque hay reyes sepultados allende las fronteras (Francia e Italia), me he ceñido a los del territorio nacional.
Muchos han sido los antiguos reinos cristianos (Asturias, León, Castilla, Navarra, y Aragón con Valencia y Mallorca) que se amalgamaron en el reino de España. Determinar la localización de la última morada de sus reyes tras las vicisitudes acaecidas a lo largo de los tiempos no es tarea fácil en algunos de los casos, por lo que aún hoy existen controversias. Por eso el kmz que presento con los lugares y reyes allí sepultados, en las marcas, queda abierto a las opiniones o rectificaciones que los compañeros estimen aportar.
Todo un monumento a la grandeza de la Era de los Descubrimientos, el Monasterio de Santa María de Belém, tal su nombre original, fue construido al regreso de Vasco da Gama de su histórica aventura marítima.
El dinero obtenido con el comercio de las especias impulsó al rey Manuel I a solicitar a la Santa Sede la autorización para la construcción de un gran monasterio a la entrada de Lisboa, en las márgenes del Tajo. Manuel I quería, en realidad, utilizarlo como panteón para la dinastía real Avis-Beja, por él iniciada.
Las obras comenzaron en 1501 y se extendieron durante todo el siglo XVI. Durante su construcción se sucedieron prestigiosos arquitectos: Diogo de Boitaca, João de Castilho, Diogo de Torralva y Jerónimo de Ruão son algunos de los que participaron en la obra.