Sin embargo, la auténtica joya de la corona, la pagoda de Longhua, se yergue solemne fuera del recinto. Se trata de una construcción de siete plantas que data del año 977. Para apreciarla en todo su esplendor, se recomienda visitarla durante la feria del templo de Longhua, que tiene lugar el tercer día del tercer mes del calendario lunar.
Otra atracción del complejo es la Sala del Gran Tesoro, en la que se puede admirar otra representación de Buda sentado sobre una flor de loto. Asimismo, en la parte posterior de la sala y orientada hacia el norte, se halla una escultura del bodhisattva Guanyin. Tampoco desmerece la Sala de Sanshengbao, salpicada de budas dorados.
El monumento se encuentra en la carretera de Longhua, al sur de Shangai, y se puede alcanzar fácilmente desde vuestros vuelos Shangai, llegando a la ciudad y tomando el autobús número 44. Al acceder al interior del recinto, la primera sala brinda al recién llegado una imponente estatua de un Buda sonriente o Maitreya.
A continuación, se despliega el patio que acoge el campanario y la famosa Torre del Tambor, mientras que a mano derecha, se yergue un santuario dedicado a Dizang Wang, la deidad budista del inframundo. En contraposición, la siguiente estancia está dedicada a los denominados Reyes Celestiales, al tiempo que da cabida a una nueva estatua del Buda Maitreya.
Visitar el templo y la pagoda de Longhua es sinónimo de descubrir no sólo el complejo religioso más antiguo de Shangai (se dice que sus orígenes se remontan al año 242 d.C.), sino también el mejor conservado y el de mayores dimensiones de toda la ciudad.
A pesar de los numerosos cambios operados a lo largo de sus casi dos milenios de historia, el visitante aún podrá apreciar en la estructura de los edificios algunos detalles característicos de las modas arquitectónicas vigentes durante la dinastía Song (960-1279).