Más allá de las razones puramente sentimentales, la ubicación de la vivienda del príncipe Felipe (con 3.150 metros cuadrados, 1.771 de ellos útiles) fue decidida por la Casa Real y Patrimonio Nacional tras descartar la posibilidad de restaurar o adaptar algún edificio histórico.
Se atendió para ello a una serie de cuestiones prácticas, empezando por la posibilidad de aprovechar al máximo la infraestructura del Palacio de la Zarzuela (terreno propio, sistema de telecomunicaciones, seguridad), y pensando que en un futuro será también, muy probablemente, la residencia oficial del jefe del Estado.
Tres salas de estar, cuatro vestidores, cinco cuartos de baño y un cuarto de aseo, una oficina, un cuarto de servicio, dos despachos, una terraza y cinco dormitorios.
Uno de los dormitorios, será, probablemente, el que albergue la cuna, el cambiador y los primeros juguetes y mordedores del recién nacido.
Es la primera planta de la residencia de los principes de Asturias, la llamada «zona noble» de la casa, en la que se desarrolla la vida privada de Don Felipe y Doña Lettizia, y a la que sólo tienen acceso amigos y familiares, incluidos, claro está, los Reyes.
Muy cerca de los abuelos
Y es que, los necesiten o no los príncipes como canguros, Don Juan Carlos y Doña Sofía no van a tener excusas para no visitar a su nieto, ya que el palacio de la Zarzuela se encuentra a tan sólo un kilómetro de la casa de los príncipes y es perfectamente visible desde ésta.