Junto a los arquitectos intervienen el escultor Jorge Oteiza para la fachada principal, el pintor Lucio Muñoz para la decoración del ábside, el escultor Eduardo Chillida para las puertas principales de acceso, Fray Javier María de Eulate encargado de las vidrieras y el pintor Néstor Basterretxea para la decoración de las paredes de la cripta.
El Santuario de Aránzazu, se sitúa a 750 metros de altitud rodeado de montañas y vegetación. La Virgen que se venera apareció en 1496. Desde 1514 está servido por la Orden de los Franciscanos. Su basílica, construida en los años cincuenta del siglo XX, es una obra arquitectónica, escultórica y artística de gran relevancia, en donde han trabajado eminentes artistas de renombre internacional.
En abril de 1950 el Ministro Provincial de los franciscanos, el padre Pablo de Lete lanza la idea de la necesidad de la construcción de una nueva basílica. Ya en el llamamiento aboga por una construcción singular centrada en dos ideas, amplitud y relevancia artística. Ese mismo mes de abril se abre un concurso de ideas para la realización del proyecto. Las premisas eran las de respetar las construcciones monacales existentes y la entrada de la carretera. Se inscribieron 40 arquitectos de los cuales presentaron proyectos 14 de ellos. Se seleccionó la idea de los arquitectos Sáenz de Oiza, y Luis Laorga del colegio de arquitectos de Madrid.