Subir al monte de la
sierra de Santa Ana, es encontrarte con una nutrida masa forestal y variada flora y fauna, donde innumerables senderos, manantiales y encantadores rincones te invitan a su descubrimiento, gozando de esa
fuerza telúrica que en sitios como este se suele encontrar.
Aquí están esas fuerzas que el hombre primitivo buscaba y cuyo testimonio es
la gran cantidad de yacimientos prehistóricos del lugar.
Si a todo lo anterior añadimos el emplazamiento de un viejo
convento franciscano con su halo de santidad y tradición milagrera y que alberga imágenes de gran devoción en el pueblo como el
Cristo amarrado a la columna, obra de Salzillo y cuando por el monte se desperdigan objetos religiosos como las cruces en los altos picos o los pasos del vía crucis, no es de extrañar que el sitio exhale además una gran
fuerza mística.
Solo por sentir estas ocultas energías y recrearte en la audición del silencio, vale la pena subir.
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