La TORRE DE SANTA ANA, conocida popularmente como 'Torre de la Reina Mora', es una torre que formaba parte del conjunto defensivo del castillo de Cullera, construido este por los árabes en los siglos X-XI sobre ruinas iberas y romanas, cuando Cullera pertenecía a la taifa de València.
Originalmente actuó como puerta de ingreso al recinto fortificado de la Albacara. El Albacar formaba parte del conjunto fortificado del castillo y es un recinto, construido a finales del siglo XII o principios del XIII, formado por las murallas y torres que encerraban un gran espacio vacío destinado al refugio del ganado y campesinos de las alquerías de los alrededores en tiempos de crisis.
Se trata de una torre de planta cuadrada, troncocónica con dos pisos y almenada, construida a base de mampostería. Siendo el acceso al interior del albacar mediante una entrada en forma de codo, lo que facilitaba su control y defensa.
En 1631 la torre se habilitó como Ermita dedicada a San Rafael, y posteriormente a Santa Ana. La parte superior, fue reformada para vivienda del ermitaño, la cual era accesible mediante una escalera de caracol. De ella salía un camino resguardado de alto muro que acababa en otra torre enfrente del mar llamada la Miranda. Por debajo de la Torre de la Reina Mora comenzaron a construirse las primeras casas extramuros de la población formando el típico Barrio del Pozo, que con sus calles empinadas y casas típicas recuerda el pasado islámico de Cullera.
Hoy, tras un proceso de restauración que le devolvió su estructura original pero siendo respetuosa con los anteriores usos, en la misma se puede contemplar una muestra expositiva y audiovisual distribuida en dos plantas: la planta baja alberga una exposición dedicada a la transformación de la torre medieval en Ermita de Santa Ana, mientras el primer piso se dedica a sus usos como torre puerta de acceso a la segunda Albacara del Castillo de Cullera.
Y ahí está, por encima de sus leyendas, como testigo tangible de la historia, siempre vigilante, mirando a la ciudad y a su mar.
El post lo ilustro con fotografías tomadas por mi buen amigo Miguel Ángel Pardo Alfaro.