La Dinastía Qing, China
La Dinastía Qing fue fundada no por los chinos Han, que forman la mayoría de la población china, sino por los manchúes, hoy minoría étnica en China. Gente nómada, los manchúes tenían la preeminencia en lo que es ahora China del noreste. El estado manchú fue formado por Nurhaci en los inicios del siglo XVII. Originalmente un vasallo de la Dinastía Ming, se declaró emperador del Jin en 1609.
Ese mismo año amplió los recursos económicos y humanos del estado, así como la tecnología alistando a los habitantes Han de Manchuria. En 1625, Nurhaci estableció su capital en Shenyang (también Shenjing; manchú: Mukden), pero al año siguiente sufrió su primera derrota militar importante a manos del general Ming Yuan Chonghuan.
Nurhaci murió el mismo año. Uno de sus logros más importantes era la creación del sistema de ocho banderas, bajo el cual todos los manchúes pertenecían a una de las ocho "banderas", que eran unidades civiles así como militares. Nombran las banderas porque cada una fue representada por una bandera distintiva.
El gobierno central aplicaba una política de estimular el cultivo de terrenos vírgenes y reducir o eximir las contribuciones. Gracias a ello, la economía y la sociedad lograron considerables progresos tanto en el interior del país como en las zonas fronterizas. Hasta mediados del siglo XVIII, la economía feudal de China experimentó un nuevo período de auge, denominado por los historiadores como "Prosperidad de las gobernaciones de Kangxi, Yongzheng y Qianlong (los tres emperadores sucesivos de la dinastía)". Con el régimen del poder centralizado más consolidado que nunca, la Dinastía Qing gozaba de un gran poderío y una sociedad relativamente estable, y la población creció a 300 millones de habitantes a los finales del siglo XVIII.
La Dinastía Qing cosechaba grandes logros culturales, sobre todo antes del reinado del emperador Daoguang. Wang Fuzhi, Huang Zongxi, Gu Yanwu y Dai Zhen eran destacados pensadores de esta época, mientras en el terreno artístico y literario, Cao Xueqin, Wu Jingzi, Kong Shangren y Shi Tao eran los más célebres.
Con la agudización de las contradicciones sociales y los constantes levantamientos armados - entre ellos la “Rebelión de la Secta del Loto Blanco”, el Imperio Qing dio paso a la decadencia a mediados de su gobernación.