Fuerte de San Juan de Ulúa.
A mediados de 1518 arribaron a la isla donde actualmente se levanta esta edificación militar, los hombres capitaneados por Juan de Grijalva, quienes provenientes de la península de Yucatán, decidieron desembarcar en ella precisamente el día del santo del capitán. Por ello, la isla recibió el nombre de San Juan.
La palabra Ulúa, deriva de una malformación del vocablo “culhuas”, nombre de la etnia “culhua-mexicas” y que los españoles tomaron como nombre del lugar.
Después de la conquista de México, se inició sobre la isla, hacia 1535, la construcción de la fortaleza por el Virrey de la Nueva España, Antonio de Mendoza. Se construyó sobre un enorme banco de coral blanco afirmándose que en el mundo es el único edificado en su totalidad con este material. De todos los proyectos de la etapa inicial de construcción debemos destacar por una lado a Cristóbal de Eraso, constructor del “Caballero Alto” y la “Torre Vieja”, sobre la cual se levantará el baluarte de San Pedro, y por el otro a Antonelli, que es el autor de la primera traza de la fortaleza.
Su edificación tardó cerca de 172 años y ya para 1584, el espacio acondicionado se había convertido en una muralla con dos torres, una gran sala de armas, un aljibe y dos mazmorras, un islote protegido con gruesas piezas de artillería, las cuales lo convertían en un verdadero baluarte desde donde se custodiaba el acceso al puerto de Veracruz, defendiéndolo sobre todo de piratas.
San Juan de Ulúa fue el primer puerto de Méjico y una de las primeras aduanas del continente americano. Nadie ni nada salía o entraba sin el permiso de su gobernador.
Después de consumada la Independencia mejicana, la Isla y el Castillo continuaron en poder de los españoles, los cuales hostilizaban con ocasionales bombardeos a las fuerzas del Gobierno que se hallaba en tierra. Al cabo de dos años los españoles entregaron la isla el día 23 de Septiembre de 1825.
En el siglo XIX se convirtió en presidio. Muchos políticos terminaron sus vidas prisioneros entre los muros de San Juan de Ulúa. Con este fin fue utilizado por los gobiernos de Santa Ana, Porfirio Díaz y Huerta. Aquí estuvo detenido en 1853 Benito Juárez. Luego, en su calidad de Presidente vivió en la Casa del Gobernador. También pasaron por allí Itúrbide, el malogrado emperador Maximiliano y su esposa, Porfirio Díaz etc.
En 1915, Venustiano Carranza firma una orden presidencial en la cual se estipula que en los siguientes 100 años ningún gobierno podrá utilizar San Juan de Ulúa como prisión. Actualmente está convertido en museo bajo la custodia del INAH.