Fue uno de esos programas que me mantenían pegado al televisor durante casi una hora, sin darme cuenta de cuánto tiempo había transcurrido. Así fue como empecé a descubrir la belleza de una España que me era totalmente desconocida. Un país compuesto por una población rural que sigue intentando llevar, con mucho esfuerzo y trabajo, una vida en armonía con los medios que les proporciona su entorno natural. Viven en pueblos como Castril, una preciosa villa que intenta cobijarse al abrigo de un peñasco en el norte de Granada. Me bastó poco tiempo para apreciar las muchas cosas bellas que ver en Castril.